Como si se tratase de un corto de ficción, algo inesperado ocurrió en mi familia la semana pasada, algo que como muchas cosas en la vida me hizo reflexionar sobre nuestra existencia y las miles de cosas que nos rodean. A las 10 de la mañana del viernes me despierta alguien que toca la puerta de mi cuarto, era mi madre, preocupada por que mi hermano había despertado con un frecuente dolor de cabeza y no quería ir al hospital a examinarse. Con mi característico mal humor mañanero le respondí con mucho desinterés y le dije que cada quien es responsable de su vida.
En otra parte del pueblo un anciano de 79 años amaneció con un agudo dolor en el pecho, preocupado por su estado informo a su familia que se chequearía en el hospital para descartar y evitar cualquier complicación, uno de sus hijos insistió en acompañarlo, mas la autosuficiencia terca del abuelo no permitió que este lo acompañara.
30 minutos después de haber conversado con mi madre me dieron la mala noticia con poca delicadeza: -¿Aun no sabes? A tu mama le atropello un carro hace unos minutos- me contó mi prima con una sonrisa que aun no entiendo. Camino al hospital recordé mi mal humor mañanero, las últimas palabras que sostuve con mami, entre otros pensamientos producto de mi pesimismo constante. Al llegar al hospital una periodista me arribo con un grabadora y tomando nota de los hechos me hacia un sin fin de preguntas que no podía responderle por que ignoraba como habían sucedido las cosas. Minutos más tarde me entere de la insólita historia. Mama se disponía a llevarle un desayuno a mi hermano, el anciano de 79 años conducía por la misma calle, es entonces cuando este abuelito sufre un infarto suelta el volante del dolor y se presiona el pecho como acción instintiva y el carro sin dirección golpea con fuerza a la mujer que me dio la vida.
Viendo a mi madre casi inconciente, entablillada y con un terrorífico collarín, pensé en lo mucho que la amaba y las pocas cosas que hacia para demostrárselo. Vi a mi familia junto a ella, entonces descubrí que en mi corta vida me había preocupado por conseguir muchas cosas que al final del día no tienen la menor importancia, es la familia la entidad mas importante del universo y el amor el aspecto con mas relevancia en nuestras vidas lo demás es prescindible.
Pasado el susto al saber que mi madre no tenía nada grave, le contamos las circunstancias por las que el desdichado señor la había arrollado y ella en un éxtasis de filosofía fúnebre dijo: -que fácil se nos va la vida-. Entonces pensé un buen rato sobre lo frágiles que somos en el mundo y las superficiales y estupidas cosas por las que nos preocupamos. Pensé que tenía que reprogramarme dejar las banalidades de lado y ocuparme de mi familia y de mi felicidad por que al final del cuento lo más importante te vayas a morir o no es: ser feliz.
martes, 4 de septiembre de 2007
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